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lunes, 13 de febrero de 2012

208 kilometros entre abismos y derrumbes

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Con un lapicero de tinta negra en su mano derecha Rafael Villamizar hace maromas para rellenar un crucigrama para ‘matar el tiempo’ mientras viaja desde Cúcuta hasta El Tarra, pero sus esfuerzos no son porque no conozca las respuestas del pasatiempo del periódico, sino porque casi no puede sostenerse mientras escribe, pues el estado de la vía no se lo permite.

Él, sentado en primera fila, manotea y reprocha la cantidad de huecos y baches que hay sobre la carretera Cúcuta-Ocaña; en uno de sus manoteos por el constante zarandeo del vehículo en el que viaja –un bus rojo, adscrito a la empresa de transportes Peralonso- se le ve en su dedo anular una argolla de matrimonio que hace juego con su camisa amarilla.

Tal vez eso, el amor que le tiene a su hogar es lo que lo obliga a tomar esta vía para cumplir con una parte de su trabajo, pues ese es el sustento de su familia. “Viajo cada 8 o 10 días a las minas cercanas a Tibú para llevar papelería y otros elementos”.

Fuera de su equipaje y un par de botellas con agua, Rafael quien se adentra en esta vía desde hace 7 meses, no abandona el lapicero y el crucigrama. Cuando no tiene este pasatiempos, se busca así sea una sopa de letras, pero no se sube al bus sin algo que lo distraiga un poco, porque el viaje que antes hacía en dos horas y media, ahora lo recorre casi en 150 minutos más.

“En esta oportunidad viajo hasta Miramontes, que es por la vía a El Tarra, pero siempre paso en bus por este pedazo de El Zulia y por los tramos más feos llegando a Sardinata. A los pasajeros nos toca acostumbrarnos porque a esta vía no le veo un arreglo pronto. Por eso me pongo a llenar los crucigramas mientras llegamos”, expresó el pasajero de Jhon Páez, conductor del bus intermunicipal.

Jhon Páez, tras el volante del bus, no difiere de Rafael. Seis años transitando la calzada Cúcuta-Ocaña, le dan argumentos para decir que “esta vía está en pésimas condiciones; por lo menos hasta la Y (Astilleros) antes me gastaba 40 minutos, y ahora me tiro más de hora y media; yo le hallo la razón a los pasajeros, que se quejan de la vía cada vez que pasamos por los tramos más malos, pero a nosotros los conductores nos toca pagar los daños del bus”, señaló Jhon, al observar que el zapatico de bebé que cuelga del espejo retrovisor se mueve casi hasta caerse, signo de que por el lugar en el que transitan, la carretera está aún peor.

Y es que tras el volante las quejas de quienes se enfrentan a esta vía, que hasta Sardinata tiene 58 kilómetros, surgen sin tener respuestas. Juan José Santander, quien es conductor, pero esta vez va de pasajero en el vehículo, dijo que es difícil estar en los zapatos de ambos.

“Como conductor yo sé porqué lugares me meto, pero como pasajero también se sufre bastante”.

La radiografía de un problema


Esta es parte de la radiografía del tramo Cúcuta-Ocaña, que cubre 208 kilómetros de trayecto y se convierte en una trampa mortal para los nortesantandereanos. El año pasado cobró la vida de 50 personas que estaban enfermas y que no alcanzaron a llegar para ser atendidas en el Hospital Universitario Erasmo Meoz (HUEM).

La cifra la reveló el alcalde de Ocaña, Jesús Antonio Sánchez Clavijo, quien afirmó que la gente que se enferma en la provincia, está falleciendo por el tortuoso y dramático trayecto.

Afirmó que en los 11 municipios que componen la provincia de Ocaña -incluyendo a dos del Cesar- la falta de equipos médicos adecuados en varios de los centros asistenciales, y la complejidad de las enfermedades, son razones suficientes para el traslado de los pacientes.

Desafortunadamente el año pasado 50 de los pacientes remitidos más graves, no aguantaron tantos cierres, deslizamientos, derrumbes, trancones y pésimos estados de la vía.

“Hay grandes dificultades, específicamente en El Zulia, La Ye (Astilleros) y Sardinata. Por eso al Gobierno le hemos planteado qué se puede hacer. Han dicho que sí hay políticas para mejorarla. Incluso que hay dineros, pero me encuentro con la sorpresa desde el mes pasado que los $5.000 millones son para la vía Sardinata - Cúcuta, entonces vamos a seguir con la vía deteriorada hasta Ocaña”.

Sin conocerse, Jesús Antonio Sánchez Clavijo y Ciro León, coinciden en que hace más de 40 años a esta carretera no se le ha dado una solución definitiva en cuanto a la pavimentación y pérdida de banca. El alcalde, desde su despacho, y León, tras el volante de su taxi blanco con el que hace expresos a los municipios que componen la provincia de Ocaña, creen que ha faltado más compromiso de los gobiernos central y departamental en las últimas administraciones.

“Cuando una vía es estable, un carro se manda a arreglar cada 8 meses más o menos, pero ahora con estas carreteras tan acabadas como están, cada 2 meses estamos en el taller. Eso representa mucha plata en amortiguadores.

Prefieren la bicicleta


A Preciliano Riascos le gusta andar en bicicleta y con botas pantaneras. Asegura que montarse en un carro no vale la pena, no solo por vivir en una vereda cercana a la vía que de El Zulia conduce a Sardinata, sino porque prefiere que las que se dañen sean solo dos ruedas y no cuatro.

Preciliano, a sus 74 años, maneja el ‘caballito de acero’ –en el kilómetro 19 + 800- hasta con un machete en la mano. Al igual que Rafael, el pasajero del bus color rojo, es con la derecha con la que refuta sobre el estado de la vía. En la izquierda carga algo más de media libra de papa y cebolla larga para el almuerzo, lo suficiente para solo hacer un viaje por donde también pasan tractomulas que cargan hasta 12 toneladas de peso.

“Vivo en la vereda Guaramito y la entrada de mi finca se ve muy afectada por el paso de tantas tractomulas y camiones porque rompieron la calle. Acá hay solo huecos hasta llegar a Pedregal, esto es un paso accidentado por la cantidad de carros que se quedan atascados”.

La explicación obedece a los cierres que desde el año pasado se vienen efectuando sobre la vía Cúcuta-Bucaramanga. Según el Instituto Nacional de Vías (Invías) territorial Norte de Santander, se efectuó un contrato por módulos para la intervención de la carretera Río Negro-San Alberto, Agua Clara-Ocaña, Ocaña-Convención, Ocaña-Sardinata, Sardinata-El Zulia y Cúcuta-Puerto Santander.

Según Invías, las priorizaciones que se le dieron al tramo Sardinata-El Zulia fueron pocas y no se previó que iba a ser un contrato a desarrollarse en un lapso de 4 años, por lo tanto no hubo inversión. Esto, sumado al incremento del flujo vehicular y a los cierres de la calzada Cúcuta-Bucaramanga, terminó de empeorar el tramo por el que a diario pasa Preciliano Riascos en su bicicleta.

Él, como muchos de la zona, no entienden de contratos, ni quieren hacerlo. Para sus ojos, y detrás del volante, sea el que sea, solo perciben el abandono del Estado, al que hoy le piden que voltee sus ojos para este sector.

Al borde del abismo


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Sin aire acondicionado en su vehículo, que tiene 23 llantas contando la de repuesto, Pablo Ordóñez suda, literalmente, la gota gorda dentro de su tractomula. Este conductor, con 11 años de experiencia afirma que ya perdió la cuenta de los recorridos que ha hecho en las 5 gandolas que ha tenido a su cargo.

Lo que sí retumba en su mente antes de emprender camino es el estado de la carretera en el kilómetro 36, sector conocido como La Marmoleja, donde 11 de las llantas de su amplio camión quedan al borde del abismo, donde el año pasado se perdió la banca por el efecto de las fuertes lluvias.

“En La Marmoleja sí hay paso, yo voy hasta Agualasal y me toca pasar por ahí. Es estrecho, pero sí alcanza a pasar la tractomula, lo que pasa es que a los conductores sí nos da miedo pasar por ese lado. Por acá se llega a Tibú, El Tarra, La Gabarra, Sardinata y Ocaña”.

Tras su volante, y por lo menos los de 600 de sus colegas muleros que deben hacer el mismo trayecto llevando café, maíz, combustibles, madera, ganado y otras riquezas de Norte de Santander, aún persiste el miedo, pese a los años de experiencia.

Aún cuando la mano del hombre no puede ir contra la naturaleza, las de los obreros de la empresa Esgamo, firma contratista que tiene a cargo la intervención del corredor hasta Ocaña, intentan oponerse a eso.

Mauricio Ortiz, ingeniero residente de la firma, explicó que los trabajos de adecuación buscan evitar que el brazo del río Zulia golpee con su fuerza la ladera y siga debilitando lo que queda de estructura.

“Se está recuperando la banca y haciendo un muro de contención. Luego se hará un talud y se protegerá con gaviones y espolones (barricadas de hierro que sostienen la estructura). Eso va a evitar que este brazo del río se venga de frente y tratará de mandar el agua hacia el centro. Los espolones lo que buscan es sedimentar el muro y va a encauzar las aguas”.

Sin embargo él y los conductores de todo tipo de carros y motos se limitan a observar tras el volante el abismo que ha generado la pérdida de más de 10 metros de carretera a lo ancho, y no menos de 80 de longitud.

Tanto conductores como operarios esperan que estas obras, que iniciaron en diciembre, culminen en mayo, luego de otros estudios hidráulicos.

Tras el volante, sea el que sea, por esta vía pareciera verse una fotocopia de los linderos y estados de la vía. Árboles a cada lado, algunas casas de madera y restaurantes ubicados a la orilla, a los que les cae toda la tierra y el polvo que levantan sobre todo los camiones de gran tamaño.

Lo que promulgan las autoridades de Tránsito, de no adelantar en curva o cuando la línea amarilla del piso sea entre cortada, no resalta en estos tramos, pues la falta de demarcación es evidente.

Algunos deslizamientos leves que obstaculizan parte de un carril de la vía se observan en el kilómetro 68, antes de llegar a Sardinata; allí en lo que pareciera ser la única salvación en el camino, se escucha la voz de Ángel María Gallo, quien sale de la sombra que le da el techo de madera de su negocio para ofrecer en la misma ventana de los vehículos jugosas mandarinas.

A varios, quienes se dejan hablar, les explica que la carretera no está en muy buenas condiciones y que deben tener más cuidado en los pasos con pérdida de banca. A los que tienen un poco más de tiempo, les cuenta que sus ojos fueron testigos de la avalancha.

“El 4 de diciembre de 2010 se vino una avalancha y fuera de que afectó a muchas casas, también se dañó mi negocio, por eso es que la gente debe tener mucho cuidado por acá”.

Bajo esa misma línea se llega a Sardinata; el ícono religioso a la entrada del pueblo es la Virgen del Carmen, donde muchos peregrinos se detienen a pedir favores y dar gracias por los recibidos.


Puentes, para acelerar el paso


Continuando el trayecto, los kilómetros 77, 79 y 80 presentan fallas geológicas, pérdidas de banca y derrumbes leves de piedras que afectan la vía hasta llegar al sector conocido como La Vijaguala.

Allí, en el kilómetro 95+400, operarios de Esgamo están construyendo dos puentes para tratar de acelerar el paso y en su defecto, para que aquella cifra de las 50 personas que el año pasado fallecieron en plena vía, tratando de llegar a Cúcuta desde Ocaña, no aumente y ojalá desaparezca.

Tras el volante de Gerardo González, ingeniero residente de la obra, se comprobó que en este tramo se está haciendo la adecuación de dos puentes; no obstante, el clima ha jugado el papel de obstáculo y ha retrasado los trabajos.

El funcionario sabe, y es consciente que este factor influye para que este punto sea considerado como uno de los que más cierres y pasos restringidos presenta. Los trabajos obligan a obstaculizar el paso y generan colas interminables de camiones de carga larga.

“Estamos haciendo dos puentes, uno que tiene una estructura metálica y otro que se está diseñando en viga cajón. Con estos se busca comunicar a Ocaña con Cúcuta de una manera más rápida”.

A pesar de que su vehículo cuenta con dirección hidráulica, son varias las maromas que debe hacer para esquivar los pasos malos sobre el kilometraje donde se desarrolla la obra. Pese a eso, sortea bien las fallas y en el recorrido muestra, también con la mano derecha, los avances de la obra.

“En este momento vamos a construir un puente provisional del lado derecho de la carretera para poder dar vía. La idea es llegar arriba y construir un puente metálico de 45 metros. Esperamos que los trabajos, que iniciaron en junio del año pasado, podamos terminarlos entre septiembre y octubre próximos”, agregó el funcionario.

Con música sobre dos ruedas


Sin duda, pasando el tramo de la Vijaguala, y llegando al sector conocido como El Alto del Pozo, la carretera muestra una leve mejoría y tras el volante ya no son tantas las maromas que los conductores deben hacer para llegar a su destino.

Detrás del manubrio, de su motocicleta, Germán Dussain recorre las vías del departamento acompañado de 23 personas más.

Son amigos y parejas de esposos y novios. Se conformaron desde el 12 de octubre del año pasado y con música sobre dos ruedas le quieren mostrar a los turistas que por Norte de Santander sí se puede andar.

Él es uno de los miembros de la Ruta 125, nombre que le dieron los motorizados a este grupo que recorre las vías y que entre otras, también ha sido afectado por el estado de las calzadas.

“Nosotros recibimos capacitaciones con la Defensa Civil, tomamos fotos de los puntos a donde vamos y las montamos a las redes sociales para que la gente vea que por los municipios sí se puede viajar y conocer la belleza del departamento”.

En tramos peligrosos los motorizados se han resbalado, y aunque no han sido caídas que revistan heridas, se muestran preocupados.

Aquello de la música sobre ruedas, surgió de uno de ellos, quien en uno de los viajes estaba cansado y tenía sueño. Este adecuó un radio y amplificó el sonido para que la caravana pudiera escucharlo.

También sobre este punto se aglomeran los muleros, quienes al lado de los motorizados se reúnen a tomar aguamiel, pues en el lugar, que está a 2.310 metros de altura sobre el nivel del mar, el frío obliga a que además de los chalecos, guantes y bufandas, una bebida caliente sirva de abrigo.

Desde este punto, en el kilómetro 131, a 45 de Ábrego, la ruta presenta pocas fallas geológicas y baches en el camino. La velocidad ya es normal y los vehículos de carga pesada llegan hasta los 60 kilómetros por hora.

A 50 kilómetros aproximadamente, pasando por Capitanlargo, la entrada a La Playa de Belén y la Ermita, está Ocaña. En la entrada se divisan camiones con destino a Cúcuta para llevar café.


El café huele a inflación


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En medio del rico olor a café, tras el volante de quienes lo distribuyen en Cúcuta, otra historia se teje por el estado de la vía Ocaña-Cúcuta.

Los 10 camiones que mensualmente salen cargados hasta con 12 toneladas de este grano, han incrementado el valor del trayecto hasta en un 20%.

Julio César Jaimes, representante del comité departamental de cafeteros de Ocaña, resaltó que el recorrido que antes se hacía en un promedio de 6 horas y media, ahora se prolonga hasta casi 9, lo que también ha bajado la compra y aumentado el precio.

“Las tractomulas han deteriorado al máximo la carretera, lo que hace retrasar el envío de café a Cúcuta. El año pasado que estuvo cerrada la vía un tiempo, nos tocó enviar nuestro café de acá a Santa Marta, duplicándose el valor.”

También las lluvias han ido en contra del consumo del café. Su producción, por lo menos en Ocaña ha disminuido en un 40% ante la presencia de la roya, cifra comparada con los periodos 2009-2010.

Sin embargo, otra visión de los precios tiene Jorge Sepúlveda, conductor desde hace 40 años de la empresa Cootrans Regional, quien asegura que a su camión le viene sacando las mismas gotas, pero no de café, sino de resultados económicos.

“El bolsillo de nosotros se ha visto muy afectado. Yo transporto papa y los mismos $500.000 que cobraba antes para llegar a Cúcuta, cuando la carretera estaba más o menos buena, son los mismos $500.000 que cobro ahora”.

¿La razón? “la competencia está muy dura y nadie se da el lujo de subir los precios porque los que necesitan llevar productos, encuentran otros más baratos”, dijo Jorge al dar un portazo a su Chevrolet 83 con destino a Cúcuta, en el que detrás del volante, así como a Rafael, Preciliano y otros tantos, solo le queda manotear en contra del estado de la vía.

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